Estudios recientes están alertando a muchos científicos al demostrar que el recuento de espermatozoides está disminuyendo significativamente, lo que podría generar un aumento de la infertilidad masculina. Incluso muchos científicos están preocupados por lo que vaticinan como un próximo “apocalipsis reproductivo”.
Dichos estudios se han llevado a cabo en países como Estados Unidos, donde se apunta principalmente al estilo de vida moderno como factor causal de esta disminución de la fertilidad. El que los hombres tengan cada vez menos espermatozoides implicaría menores probabilidades de tener hijos, lo cual ya se podría estar reflejando, por ejemplo, en el que cada vez más parejas requieran de tratamientos de reproducción asistida.
En los últimos 30 años, ha crecido el interés y la preocupación con respecto al efecto de los cambios ambientales sobre nuestra capacidad reproductiva; apareciendo diferentes artículos en revistas científicas que reportan una disminución en los conteos de espermatozoides. Sin embargo, muchos de estos estudios presentan algunas limitaciones y aspectos controversiales, lo cual ha impedido a los científicos ponerse de acuerdo sobre cómo interpretarlos o llegar a conclusiones definitivas.
¿Cuando hablamos de espermios “normales”?
Antes de ahondar en los problemas actuales de los espermios, comencemos con una breve introducción sobre cómo deben ser los espermatozoides normales.
Los espermios son las células reproductivas del hombre, producidas en los testículos y viajan a través de un líquido que denominamos semen. El testículo es una fábrica que produce espermios constantemente, sin embargo estos deben pasar por un proceso de maduración que dura unos 72 días antes de estar listos para viajar y cumplir su función reproductiva. Una vez maduros, viajan desde los testículos a través de una red de tubos que los impulsan fuera del pene durante la eyaculación, recogiendo enzimas y otros ingredientes del semen en el camino.
El espermiograma o seminograma es el examen que permite evaluar la calidad del semen, a partir del análisis de algunas características importantes, como por ejemplo:
Concentración o Recuento de espermatozoides: es más probable que el semen que tiene al menos 15 millones de espermatozoides por mililitro fertilice un óvulo, por lo que ese es el nivel de concentración que se considera normal. Por lo pronto podemos afirmar que para que la producción de esperma esté comprometida, un hombre debe tener una concentración de espermatozoides inferior a los 15 millones/ml de semen, lo cual se denomina Oligozoospermia. Existen algunos casos, mucho menos frecuentes, en los cuales no se encuentran espermios en el semen (Azoospermia).
Motilidad: para llegar al óvulo, los espermatozoides deben poder nadar, por lo que la motilidad es otra medida clave. Los hombres que tienen al menos un 40% de espermios móviles tienen más probabilidades de éxito reproductivo.
Morfología: la forma del esperma también importa. Las posibilidades de un hombre de concebir se ven afectadas si menos del 4% de los espermios son de forma normal.
Sin embargo, estas medidas no son perfectas. El seminograma presenta una gran variabilidad, o sea, un mismo hombre puede tener una muestra muy diferente de otra en un breve periodo de tiempo. Además, factores como la morfología, son muy subjetivos de evaluar, y los resultados pueden depender mucho de quien los evalúe.
Según algunos científicos, todos estos factores de calidad seminal examinados en el seminograma son controvertidos como predictores reales de la fertilidad, puesto que muchos hombres con parámetros alterados consiguen ser padres de manera natural y sin mayor esfuerzo. Queda esta interrogante aún por dilucidar: ¿Por qué algunos hombres pueden concebir, mientras que otros con los mismas características en el seminograma no pueden? .
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¿Cómo está cambiando la fertilidad masculina en el mundo actual?
Una revisión sistemática realizada en los Estados Unidos que recopiló datos de 185 estudios sobre muestras de semen recolectadas entre 1973 y 2011, incluyendo 43.000 hombres de todo el mundo, reportó que la concentración espermática cayó en un 53 % durante las últimas cuatro décadas. En 1970, los hombres tenían, en promedio, 99 millones de espermatozoides por mililitro de semen, pero para 2011, ese número se había reducido a 47 millones por mililitro. El recuento de espermatozoides se redujo a una velocidad aproximada de 1% por año.
¿Está disminuyendo la fertilidad masculina realmente?
El estudio recién mencionado no ha dejado a nadie indiferente. Por un lado se han alzado voces alertando sobre estos y resultados y las consecuencias venideras; pero por otro algunos científicos han destacado importantes limitaciones:
La disminución del recuento de espermatozoides no fue tan significativa en países subdesarrollados y en vías de desarrollo de América del Sur, Asia y África; probablemente por que en estos lugares los hombres no han estado expuestos a los mismos productos químicos del desarrollo industrial que los hombres de países desarrollados. Queda abierta la pregunta de si hay algo más diferente entre los grupos o estudios que pueda explicar esta variación.
Y también muy relevante es observar que si bien la caída del 50 % parece dramática, el promedio de concentración de espermatozoides todavía está dentro de un rango normal; es decir: El recuento promedio de espermatozoides pasó de "normal"(99 millones de espermatozoides por ml) a "normal" (47 millones de espermatozoides por ml)". Recordemos que los especialistas no comienzan a preocuparse hasta que la concentración cae por debajo de 15 millones de espermatozoides por ml.
Otros científicos, los que están convencidos de que se acerca un apocalipsis reproductivo, argumentan que a medida que el promedio cae, más hombres pueden encontrarse con recuentos anormalmente bajos.
¿Qué factores están causando la disminución de la calidad seminal?
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La teoría más común de los científicos es que hay una serie de cambios en nuestro estilo de vida que no han sido buenos para los espermatozoides.
Se sabe que tener sobrepeso u obesidad se asocia con una peor calidad del semen, y esta década hemos visto aumentar las tasas de sobrepeso y obesidad de forma alarmante; de hecho se conoce como la nueva epidemia del siglo XXI. Además, el tabaquismo, el estrés, el sedentarismo y el consumo de alcohol y drogas también estarían implicados.
Pero se cree que otro factor importante (y en el cual casi todos los científicos coinciden) es el auge de la industria química del siglo XX, especialmente en los últimos 50 años. Gran parte de los alimentos que comemos y los objetos cotidianos que usamos se almacenan o fabrican con plásticos, los cuales contienen diversos productos químicos hechos por el hombre. Infinidad de productos químicos existen también en nuestras cremas y cosméticos, productos de limpieza para el hogar; incluso en los medicamentos y dispositivos médicos. Se cuelan en nuestra comida, en el agua; y prácticamente en todo lo que nos rodea.
Si bien se piensa que gran parte de estos químicos son inofensivos; ya se ha logrado identificar que algunos de ellos pueden interferir con elementos propios del funcionamiento de nuestro cuerpo, como las hormonas. Se ha utilizado el concepto de disruptores endocrinos para referirnos a aquellas sustancias químicas que ejercen un efecto nocivo sobre nuestro cuerpo y hormonas; y aquí volvemos a la fertilidad: Nuestros procesos reproductivos dependen de distintas hormonas.
Se sabe que productos químicos como el BPA, BPS y los “ftalatos” imitan la función de hormonas como los estrógenos, interfiriendo con importantes vías hormonales, a nivel de la glándula tiroides o inhibiendo los efectos de la testosterona. Y a pesar de que muchas empresas ahora fabrican productos libres de ftalato o BPA, los científicos están preocupados por los productos químicos sustitutos, ya que a menudo son funcionalmente similares a los productos químicos retirados.
Todo esto estaría repercutiendo en la fertilidad masculina, puesto que se ha demostrado que los hombres que están expuestos a disruptores hormonales en el útero producen menos testosterona y menos espermatozoides. Hay datos convincentes de que la exposición al ftalato en el útero está relacionada con una disminución en la distancia anogenital, el espacio entre el ano y los genitales, que en el hombre suele ser el doble que el de una mujer. Una distancia anogenital más corta en hombres se ha asociado con una peor calidad del semen, menos testosterona y un mayor riesgo de infertilidad. Estas exposiciones químicas tempranas podrían tener consecuencias irreversibles, como la disminución de andrógenos.
No sólo la exposición en el embarazo es importante; otro estudio reciente reportó que la exposición a ftalatos y bifenilo policlorado, dos elementos presentes en los plásticos, se relaciona con una disminución de la calidad del semen.
Desafortunadamente, tanto los factores relacionados con el estilo de vida, como los ambientales y disruptores endocrinos, son difíciles de estudiar por separado como causantes del deterioro de la calidad seminal. Sin embargo hasta ahora es la mejor explicación que tienen los expertos.
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¿Están teniendo los hombres más dificultades para tener hijos ahora en comparación con las generaciones anteriores?
Es difícil de saber.
Se define infertilidad como la imposibilidad de concebir hijos luego de intentarlo de manera frecuente durante un periodo mayor a un año, en el cual se mantienen relaciones sexuales sin ningún tipo de anticonceptivos; afectando aproximadamente a un 15% de las parejas. Un tercio de los casos de infertilidad son de origen masculino exclusivo; y en la mitad de los casos pueden haber factores tanto femeninos como masculinos.
Según reportes epidemiológicos en distintos países, la prevalencia de pareja infértiles no ha cambiado mucho desde 2002. Lo que sí ha aumentado es el número de parejas que consultan en clínicas de fertilidad, pero esto podría deberse principalmente a que las parejas están retrasando cada vez más la paternidad, encontrándonos con más casos de reserva ovárica disminuida.
Si nos fijamos en que las “tasas de fertilidad” miden cuántos niños tienen las parejas, sin duda encontramos que esta ha disminuido en las últimas décadas; sin embargo los expertos prefieren utilizar el concepto de “fecundidad”, que se refiere a cuántos niños son capaces de tener. Y en este punto las conclusiones son inciertas, puesto que la interrogante de que si la fecundidad está cambiando no tiene respuesta en base a los datos actuales.
Como mencionamos más arriba, el promedio actual de recuento espermático sigue siendo normal, pero entonces otra gran pregunta que surge es: ¿Qué sucederá si continuamos con la disminución a la velocidad actual? ¿En algún momento el promedio de concentración espermática de todos los hombres caerá bajo los límites de normalidad?
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Y si no queremos hijos… ¿Sigue siendo importante la calidad de mis espermios?
La calidad espermática es vista cada vez más como un reflejo de la salud de los hombres. Más allá de la capacidad de engendrar un hijo, existen fuertes relaciones entre la mala calidad del semen y una salud deficiente.
Un estudio muy interesante publicado en 2009, en el que se realizó un seguimiento hasta por 40 años de hombres con alteraciones en el espermiograma, reveló que la mortalidad disminuyó a medida que aumentaron los porcentajes de espermatozoides móviles y de morfología normal.
La mortalidad también disminuyó a medida que la concentración de espermios aumentó hasta un umbral de 40 millones / ml. Otros estudios han reportado resultados similares; encontrando una asociación entre la mala calidad espermática y enfermedades como el cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
La infertilidad masculina podría constituir un biomarcador de salud en general.
¿Cuáles son las recomendaciones para mejorar la calidad seminal?
Tomando en cuenta que los espermios tardan 72 días en madurar, la frecuencia de la eyaculación o de tener relaciones sexuales puede influir sobre la calidad seminal. Un hombre de 18 años puede eyacular todos los días y recargarse a tiempo; sin embargo para los hombres de 30 años o más, se considera que tener relaciones sexuales más de tres veces por semana podría disminuir la calidad seminal. A la hora de tener relaciones sexuales, se ha visto que durante un acto sexual, cuanto más se espera para eyacular, más volumen de semen se libera, mejorando la calidad seminal.
Como comentamos antes, se debe mantener una vida saludable, principalmente en lo que respecta al peso. El sobrepeso y la obesidad pueden afectar el funcionamiento de hormonas como la testosterona, muy importante para la salud reproductiva.
Se debe evitar el tabaco, pues sus componentes pueden resultar tóxicos para los espermios. Un poco menos categórico, pero aún preocupante, el consumo excesivo de marihuana y alcohol también perjudica la fertilidad.
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Es importante destacar también el efecto que pueden tener los jacuzzis y saunas: la exposición de los testículos a temperaturas elevadas es nociva para los espermios en proceso de maduración. En esta misma línea, muchos expertos advierten los riesgos de utilizar asientos de automóvil con calefacción, sentarse durante largos períodos de tiempo y sostener los computadores portátiles sobre los genitales por los mismos efectos.
Con respecto a la ropa interior más adecuada, es un tema bastante controversial, aunque evidencia reciente afirma que la utilización de boxers se relaciona con una calidad espermática superior en comparación con la utilización de calzoncillos ajustados.
El ejercicio y una dieta saludable mejoran la producción intratesticular de testosterona y con ello la adecuada producción de espermios.
Finalmente, recuerda que lleva un poco más de dos meses reponer a toda la población de espermios, por lo tanto los beneficios de cualquiera de estos cambios pueden tardar un poco en aparecer en un análisis de semen.
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